Un poco de nada

Esto no es académico ni periodístico, es humano.

jueves, 25 de junio de 2015

El debate de los tres temas prohibidos en un pequeño país borracho

Imagen tomada de desmotivaciones.es

Amigas, amigos, estamos jodidos. Tenemos un lío que rompe familias y amistades. Gravísimo. Sucede que en la actualidad se habla con fervor de tres temas muy, pero muy complicados: Religión (La visita del Papa Francisco), Política (las protestas contra el ejecutivo) y fútbol (Luchito y las desventuras de la selección en la Copa América). Es decir, hablamos de las tres temáticas que la sabiduría popular bien ha tenido el acierto de prohibir en las noches de copas con el agravante de que este país está ebrio. Seguro ha de ser por el legado que nos dejó don Carlos Julio Arosemena Monroy.
 
Por ello, este artículo precisamente está dividido en estas tres aristas, de las que ciertamente no hay que hablar cuando se coquetea con Dionisio, para evitar perder amistades o amanecer con el ojo morado. Por ende, les recomiendo que si han ingerido un grado de alcohol superior al que la Ley permite para conducir vehículos particulares (0,2%), abandonen inmediatamente este texto, cierren la página, boten la hoja a la basura o lo que sea, de verdad quiero mantener mi cara con la menor cantidad de golpes.

Bien, una vez aclarado esto iniciemos con lo que nos interesa:


En primer lugar, en estos días del Señor, se habla muchísimo acerca de un escabroso tema que ha causado desde divorcios hasta guerras, pasando por exorcismos y beatificaciones: la religión, más precisamente el Catolicismo. A propósito de esto, tengo que decir que he podido constatar que muchos de mis amigos y amigas luchan por su auto santificación, por ganarse un lugarcito en el cielo con obras de caridad de última hora. Pero bueno, no me voy a ir en contra de ellos, más bien los saludo porque siguen esa maravillosa consigna de que ‘el que peca y reza empata’. Pero también hay casos en los que se les fue de las manos, teniendo comportamientos que enorgullecerían a Maquiavelo y que horrorizarían al mismo Satanás, con el fin de conocer a su santidad, al primer Papa latinoamericano, el Papa sencillo, bueno, humilde, el hincha de San Lorenzo de Almagro que se ha convertido en la figura responsable de renovar la desgastada cara de la Iglesia Católica, ardua tarea, eso es como querer dejar tersa la cara del Vito Muñoz usando crema anti acné. Jodido, realmente jodido. La cuestión es que estas personas no se han dado cuenta de que por más que llegue el Sumo Pontífice en cuerpo y alma, esta figura no está al alcance del común denominador de los mortales, por lo que van a tener que aguantarse verle desde los Samanes o el Bicentenario con cientos de miles y hasta millones de personas, desde lejitos nomás. Yo les recomendaría comprarse una estampilla o un poster, así le van a ver más bonito.

Y bueno, pasemos a otro tema, igual de complicado y de peliagudo: la Política. Política amigos míos, tema pesado, perezoso, ambiguo, podrido y así, podría dar mil adjetivos más. Pero nos guste o no, es imposible escapar de ella. Me recuerda a esas truncas relaciones  amorosas o carnales que uno quiere superar pero no puede, porque la persona en cuestión siempre sale con algún nuevo despropósito y vuelve a la mente, y vuelve al espíritu, y (a veces) vuelve al cuerpo y vuelve a adueñarse de las conversaciones. Por ello me animo a decir que la política es como una ex pareja, no te saca una sonrisa ni por si acaso. Por eso mismo, voy a hacer una comparación entre lo que hace el ejecutivo y lo que sucedió en varios de aquellos desventurados amoríos.

Pues bien, comenzaré diciendo que este gobierno hoy por hoy es como final del romance, pues se acabaron los argumentos y lo que predomina la fuerza de choque. Recuerdo que hace algún tiempo, algunos inciviles amenazaron con usar la violencia en mi contra, ya que por algún motivo incógnito, defendían ese proyecto de relación. Igual sucedió en el caso del Gobierno, todos clarito escuchamos que se hizo un llamado a los partidistas más radicales  para ‘defender el proceso’, es decir, es un claro llamado al enfrentamiento, a la bronca, a la pugna, a la lucha de clases. El Gobierno habla de conspiración e intentos desestabilizadores; en las relaciones desgastadas se habla de una tercera persona en cuestión que desestabiliza al amor, igualito. En realidad, creo que la paranoia ya no les deja pensar claro luego de ocho años en el poder, igualito otra vez, solo que mis relaciones suelen durar ocho meses, aunque en algunos casos han parecido ocho años. Por otro lado, no hace falta ni hablar del mal uso de fondos públicos, del endeudamiento excesivo y del grosero gasto publicitario. Si les contara lo que sucede con mi billetera cada vez que me interno en una relación, les parecería exquisito el manejo económico del régimen. Finalmente, mis aventuras amorosas suelen terminar por incompatibilidad de caracteres y nunca se usó la violencia. En este caso espero que sea igual, que la incompatibilidad de caracteres se dé en las urnas y el mandamás salga del poder sin broncas innecesarias. En todo caso, la mayor similitud que encuentro es que este Gobierno tiene total control sobre los poderes del estado, como ellas han tenido el total control sobre mi poder de decisión (judicial), mis proyectos (legislativo) y mi billetera (ejecutivo). Yo sé que existen otros dos poderes en Ecuador, pero importan tan poquito que mejor ni los nombro.

Ahora sí, le tocó al ‘fúlbol’, al deporte rey, al más grande narcótico y a la fe de los ecuatorianos por nuestros negritos que pierden y pierden en el más antiguo de los torneos, la Copa América, que en esta ocasión se desarrolla en el país de los wivones. Primero que nada, creo que todos sabíamos que había que diluir las esperanzas de ganar este torneo, lo mejor es cambiar la fe a la selección por la fe al Papa Francisco que ya nomás viene. Solamente pensar que la última vez que la selección ganó en este torneo, el Mashi era recién ministro de Economía de Gustavo Noboa, hace añorar esos tiempos idos y no volvidos. Pero en realidad, la Copa América deja de importar por completo si nos tocan el tema de Luchito, el santo patrón del balompié ecuatoriano que ha hecho lo que ha querido con todo lo que le corresponde a la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), que hoy por hoy debe tener una imagen más gastada que la pipa de la que fuman los funcionarios de la Secretaría del Buen Vivir. Parecería que nadie le quiere a Luchito y que a él no le importa, ni a los equipos tampoco, ya que gracias a ellos, es que ha permanecido enquistado en el poder desde 1998. Personalmente me parece inaudito que siga a la cabeza de la Ecuatoriana de Fútbol luego de los contratos de los derechos de TV, de no responder a otros dirigentes deportivos acerca de lo que ha hecho con las cuentas de la FEF, de suspender a dirigentes que están en su contra, del Capi Luna, de Vizuete, de votar por Joseph Blatter y de tantas cosas, que me faltaría espacio para describir. Elé, este señor podría ser un Minimashi.

En todo caso, está bien que les guste el fútbol, que piensen que la usar la camiseta del Barcelona es igual que usar la de la selección o que se apasionen a tal punto que pierdan valiosísimos puntos de IQ en cada partido. Pero si algo rescato del deporte rey es que cada encuentro es una excusa perfecta para degustar de las más deliciosas y espumantes cervezas por cantidades industriales, hasta perder la cabeza. Y una vez terminado el partido, discutir de lo mal que nos fue, de lo mal que está el país y del despilfarro de dinero porque ya viene el Papa, ergo, vuelven los trompones.

Amigos, todo es un círculo vicioso. Como diría el extinto tío Lucho, salud Luis Enrique, gracias Román.                 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario